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AUTOPISTAS

Ella sueña que me sueña. Yo me desvelo imaginándola dormir. Luego, ella deja de soñar y me deja su sueño. Me despierto en él y veo cómo desciende. La imposibilidad de alcanzarla. Así cada quien, peregrinos en el consciente y migrantes en el inconsciente, encontrándonos cara a cara solamente en el levísimo roce de nuestras yemas en aquella frontera donde nacen y se entrecruzan las palabras.